Dos semanas después de volatilizarse en las tierras de Benetton en una protesta de los mapuches, crece el misterio y el escándalo político mientras se busca el cuerpo de Santiago Maldonado.
por Carlos E. Cué
La palabra
desaparecido produce un escalofrío especial en Argentina. Por eso el caso de Santiago Maldonado, un artesano que vivía en el paraíso
hippie de El Bolsón, en la Patagonia, y se volatilizó hace 15 días
cuando estaba apoyando a un grupo mapuche que ha ocupado unas tierras del millón de hectáreas que tiene grupo Benetton en la zona, ha
causado una gran conmoción. Nadie consigue resolver el misterio. El
cuerpo no aparece, y la policía ni siquiera ha conseguido recorrer
con calma la zona para buscarlo. El conflicto con los mapuches, que
temen que aprovechen el escándalo para echarlos de unas tierras de
los millonarios italianos que ocuparon hace dos años, complica todo.
El juez del caso,
Guido Otranto, respetado por su imparcialidad, está desesperado
porque no logra encontrar una pista definitiva que lleve a concluir
lo que piensa buena parte de Argentina, esto es que la policía se lo
llevó en medio de un operativo contra los mapuches y lo hizo
desaparecer. Han aparecido restos de pelos y algunas manchas que podrían ser de sangre, pero fuentes de la investigación señalan
que no hay nada definitivo, ni un gran charco en ningún lugar -son
manchas pequeñas y aún no han sido analizadas- ni ninguna evidencia
indiscutible de violencia. Y sin cuerpo, es mucho más difícil saber
qué pasó.
100 agentes
hicieron este miércoles un último intento para encontrarlo en las
tierras de Benetton. Fuentes de la investigación confirmaron a El País que durante el operativo se encontró un collar con una "S"
en la medalla, que corresponde con la primera letra de Santiago. Pero
de momento no hay más pistas sobre su paradero, en medio de una
enorme tensión que forzó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a comparecer durante varias horas en el Senado para
defender la actuación policial y su decisión de no apartar siquiera
a los jefes del operativo. Ella no asume la hipótesis de
desaparición forzada.
“Nosotros no
vamos a dar por hecho una hipótesis mientras el juez no la asuma. No
voy a hacer la injusticia de tirar a un agente por la ventana,
prefiero asumir la responsabilidad como ministra. Echarlos sería la
fácil, lo que se hacía siempre. Yo necesito esa institución para
la tarea de fondo que estamos haciendo. Sería una mala ministra si
tirara a un agente por presión mediática. Me la banco yo”, clamó
Bullrich en una sesión muy tensa. Los representantes de la oposición
se indignaban con su defensa de los agentes y le pedían que admita
la desaparición forzada.
La lógica apunta
hacia la policía, porque Maldonado desapareció después de que 40
agentes ingresaran a la zona donde están los mapuches el pasado 1 de
agosto en un operativo después de que cortaran la carretera. Nadie
sabe nada de él desde entonces, y no ha aparecido ninguna hipótesis
alternativa sólida. “No sabemos a ciencia cierta que Maldonado
estuviera allí. La madre dijo que hablo con él el día anterior y
le contó que iba a ir a apoyar a los mapuches. Pero hemos registrado
las llamadas y no hablaron ese día”, aseguró la ministra
Bullrich. “Hemos investigado con perros para buscar rastros de
Maldonado en las camionetas de gendarmería y todas las pruebas han
dado negativo. Aún no sabemos si los pelos encontrados son suyos,
tenemos que hacer la prueba de ADN. Podrían ser de los agentes. No
hay ningún indubitable. Todos los días desaparecen personas en
Argentina. En este momento tenemos 5.000. De ninguna manera vamos a
aceptar que nos comparen con la dictadura militar y homologar a sus
prácticas”, se indignó Bullrich. También rechazó que las
camionetas hubieran sido lavadas.
Lo cierto es que
el caso ha alcanzado un gran nivel político. La expresidenta
Cristina Fernández de Kirchner denuncia la desaparición y está en
contacto permanente con la familia. Si aparece el cuerpo y se
demuestra que fue la policía quien lo mató será un golpe muy duro
para Mauricio Macri. Pero ya han pasado 15 días, y muchos temen que,
como sucedió en otros casos, el cuerpo no se encuentre nunca. Ya
pasó con Julio López, que desapareció en 2006, en plena democracia
y con los Kirchner en el poder, después de declarar en un juicio
contra Miguel Echecolatz, uno de los más sanguinarios represores.
Nunca más se supo de él, aunque era un caso muy diferente.
Después de
sufrir una de las dictaduras más crueles del planeta, con miles de
desaparecidos cuyos cuerpos no han sido localizados tras 40 años,
Argentina es uno de los países más sensibles del mundo con la
actuación de la policía. Todos los gobiernos tienen terror a sufrir
un episodio de este tipo. Eduardo Duhalde tuvo que adelantar las
elecciones en 2003 cuando murieron dos manifestantes a manos de la
policía. Los Kirchner ordenaron durante 12 años que no se
reprimiera nunca a los manifestantes para evitar que les pasara como
a Duhalde. Mauricio Macri también ha tenido mucha cautela ante el
temor a un muerto en una protesta, algo a lo que le temen todos los
presidentes.
Hasta ahora el
caso Maldonado no ha supuesto un coste fuerte para Macri porque el
misterio se mantiene y también porque este grupo de mapuches, que ha
protagonizado varios episodios violentos, tiene grupos de apoyo
importantes pero no ha logrado un respaldo mayoritario en la sociedad
argentina. Pero si aparece el cuerpo todo podría dar un giro
inesperado en plena campaña electoral.
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Fuente:
Carlos E. Cué, ¿Dónde está el último desaparecido argentino?, 16/08/17, El País. Consultado 17/08/17.
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