por Andrés
Oppenheimer
MIAMI.- Cuando vi
la nueva película del premio Nobel Al Gore sobre el calentamiento
global, Una secuela incómoda, me pasó una cosa muy graciosa y al
mismo tiempo trágica. Era un día lluvioso y tenía entradas para
ver el documental en Miami Beach, en una proyección privada para
periodistas que teníamos pactadas entrevistas con Gore dos días
después.
Durante la
película, no pude evitar reírme cuando vi a Gore en la pantalla
caminando con botas de lluvia en una calle inundada de Miami Beach y
diciendo que Miami es la ciudad más amenazada del mundo en términos
de riqueza por el aumento del nivel del mar. Era fácil reconocer
dónde había sido filmada la escena: era a pocas cuadras del cine.
Pero lo más
surrealista fue lo que ocurrió después: cuando terminó la
película, toda la zona estaba inundada y nadie pudo salir del
edificio. Alton Road, la calle frente al cine Regal, parecía casi un
canal de Venecia: el agua llegaba a las rodillas y llegaba aún más
alto cuando venían olas de los autos que trataban de avanzar
lentamente por la calle.
Me tomó más de
una hora salir del estacionamiento y otra hora salir de la zona. Era
un caos: coches varados en la calle Alton a la espera de ser
remolcados, otros tratando de avanzar a través de las partes más
altas del camino y algunos conductores tocando bocina, perdiendo su
compostura y maldiciendo a otros automovilistas.
El titular de la
portada del Miami Herald el día siguiente, 2 de agosto, fue:
"Fallaron las bombas de drenaje cuando el diluvio empapó el sur
de Florida".
Cuando entrevisté
a Gore dos días después y le pregunté en broma si había
organizado la proyección del documental para que coincidiera con la
inundación, sonrió y me dijo que varias otras personas le habían
preguntado lo mismo. Y continuó diciendo que las grandes ciudades de
todo el mundo, desde Calcuta hasta Nueva York, estarán vez más
amenazadas por el aumento del nivel del mar.
Cuando le
pregunté cuál era el impacto de la decisión del presidente Trump
de salirse del Acuerdo de París sobre el cambio climático, Gore
dijo ser optimista: "Todo el resto del mundo aumentó sus
compromisos" con el Acuerdo de París.
Agregó que
varios estados importantes, como California, Nueva York, Washington,
y varias ciudades estadounidenses se han comprometido a cumplir con
los objetivos del Acuerdo de París, "por lo que pareciera que
Estados Unidos cumplirá con nuestros compromisos, a pesar de Donald
Trump".
En su nuevo
libro, Verdad al poder, Gore pronostica que el nivel del mar en el
sur de Florida aumentará alrededor de 15 centímetros para 2030, 60
centímetros para 2060 y hasta algo más de dos metros hacia el año
2100.
La mayoría de
los científicos a quienes he consultado sobre el futuro de Miami
Beach -y lo hago a menudo, porque vivo en un edificio frente a la
playa en Miami Beach, en un piso bajo- me dicen que esta ciudad no va
desaparecer bajo el agua ni se va a convertir en otra Venecia.
Lo que va a
suceder, a menos que tengamos éxito en la lucha contra el
calentamiento global causado por el hombre, es que los habitantes de
Miami -así como los de todas las ciudades costeras del mundo-
tendremos que pagar muchos más impuestos para poder comprar bombas
de agua y otras tecnologías necesarias para disminuir el impacto de
la subida del nivel del mar.
Eso significará
una enorme pérdida económica para los países ricos y una amenaza
existencial para los países pobres. Según señaló el Departamento
de Defensa de Estados Unidos en 2014, "el cambio climático
probablemente producirá escasez de alimentos y agua, pandemias,
disputas sobre refugiados" y "desastres naturales en
regiones de todo el mundo".
Puede que la
película de Gore sea demasiado Gore-céntrica -el libro es mucho más
informativo-, pero el ex vicepresidente tiene razón sobre la amenaza
del cambio climático. Al salir del cine vi con mis propios ojos un
adelanto de lo que podría pasar si siguiera creciendo el nivel del
mar y -créanme- ¡la escena no era bonita!
Fuente:
Andrés Oppenheimer, Miami le da la razón a Al Gore, 15/08/17, La Nación. Consultado 18/08/17.
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