Diana Lenton.
Mirada. La antropóloga, especialista en genocidio y políticas
indígenas, analizó los mitos y realidades sobre los pueblos
originarios de la región.
por Ana Laura
Calducci
Neuquén.-
Neuquén es, desde su nombre, una provincia con impronta mapuche,
aunque por estos días abundan los discursos contrapuestos sobre lo
que significa pertenecer a ese pueblo. Se discute si son chilenos o
argentinos, si el reclamo por el territorio es legítimo o una
avivada de quienes hacen “mapuchismo”. Para Diana Lenton, doctora
en Antropología e investigadora sobre política indígena del
Conicet, la salida pasa por entender que los conflictos actuales son
resultado de un proceso histórico que comenzó con la llamada
Conquista del Desierto y que aún no termina.
Lenton participó
del debate “Pueblo Mapuce, Estado y territorio” que se realizó
el miércoles en el Aula Magna de la Universidad Nacional del
Comahue.
Se habla mucho de
los pueblos originarios, ¿qué implica ese término?
Pueblo originario
es un concepto que se refiere a quienes habitaban el territorio antes
de la llegada del Estado. Es decir que no es originario porque llegó
hace 10, 50 o 100 años, sino que la línea de corte es si estuvo
antes el Estado o estuvo antes ese pueblo.
¿Los mapuches
son originarios de Argentina?
Son un pueblo
originario de Argentina y Chile, porque la frontera que divide ambos
países se instituyó cuando ya había mapuches viviendo a ambos
lados de la cordillera. Así como tehuelches, collas y diaguitas
también.
Por eso, nuestra
Constitución les reconoce la preexistencia. Y es como pueblo, no
como persona o grupo. Cualquier comunidad, aunque hace diez años
estuviera en la ciudad y ahora se establece en un terreno, es
originaria por pertenecer a un pueblo que estaba acá antes de que
exista el Estado.
Se afirma que
exterminaron a los tehuelches, que vinieron de Chile.
No es cierto.
Existen crónicas del siglo XVIII y XIX que hablan de enfrentamientos
entre grupos mapuches y tehuelches, pero fueron momentos puntuales en
los que había una fricción. Eso no significa que un pueblo
extermine a otro.
El territorio es
una imposición del Estado. Antes no había fronteras entre las
comunidades y encontrabas en la Patagonia familias mapuches
intercaladas con familias tehuelches, sobre todo en Río Negro,
Chubut y en el norte de Santa Cruz, donde también había familias
mezcladas mapuche-tehuelches.
¿Existe una
distinción entre mapuches genuinos y “mapuchistas”?
Es que no hay una
sola manera de ser mapuche. No es necesario vivir de forma aislada y
de acuerdo a costumbres del siglo XIX para serlo. Se puede ser
universitario y mapuche, estar en un partido político y ser mapuche.
Ahí está la trampa, en esa exigencia que se les impone desde arriba
de que vivan como hace 200 años.
¿Por qué
aparecen reclamos territoriales nuevos?
Los
sobrevivientes de la Campaña del Desierto se establecieron en
distintos lugares; algunos con reconocimiento del Estado y otros no.
Después, con la expansión de la industria petrolera, forestal o
turística, esas familias empiezan a tener conflictos.
Otras familias se
van a las ciudades, no por gusto sino porque los echan. Como la
situación ahí tampoco es una solución, porque pasan las
generaciones y siguen siendo marginales, tratan de volver y empieza
un proceso de recuperación del territorio. Eso pasó ahora en el
lago Mascardi y también con el matrimonio Curiñanco-Ñahuelquir.
¿El caso
Maldonado implicó un cambio en la relación entre el Estado y las
comunidades?
A los pueblos
indígenas se los invisibiliza y salen en los titulares de los
diarios cuando hay un conflicto violento. Pero antes de Santiago
Maldonado, en febrero de este año, hubo otra represión en la misma
comunidad. Y antes de eso, algunos medios ya hablaban de Jones Huala
y el terrorismo mapuche. Considero que hay una planificación para
generar un discurso con mucha penetración en la ciudadanía que pone
a los mapuches como ocupantes ilegales, ilegítimos, de lo que fue su
territorio.
¿Se puede
resolver esta situación sin violencia?
Me parece que
parte de la solución está en la mesa de diálogo que se armó ahora
en Bariloche, de la cual están participando sectores sociales y
comunidades. Hay que entender que las cosas que están pasando en
este último tiempo son resultado de un proceso histórico injusto.
En Mascardi, costó un tiro por la espalda a un chico, y me pregunto
cuál era la amenaza si la familia Nahuel se establecía ahí. No
están viniendo por todo, ni se van a quedar con la Patagonia o hacer
un Estado aparte, estamos hablando de terrenos acotados para que
estas familias dejen de sufrir esa injusticia.
Coifín, el
primer diputado mapuche
Diana Lenton
lleva más de una década investigando la historia de las
organizaciones indígenas en nuestro país. Como parte de ese
trabajo, rescató del olvido a Abelardo Coifín, el primer diputado
mapuche que tuvo nuestra provincia. Contó que en los 70 surgieron
muchas organizaciones indígenas a nivel nacional, entre ellas, la
Confederación Mapuche de Neuquén. “En 1973 asume el primer
legislador mapuche de la provincia, Abelardo Coifín, que pertenecía
a la comunidad Namuncurá, la agrupación San Ignacio, y fue el
Frejuli el que le reservó el tercer lugar en la lista”, relató.
Como diputado defendió los reclamos territoriales de los pueblos
originarios. Luego, con el golpe de Estado, volvió a su vida
comunitaria en San Ignacio, cerca de Junín de los Andes.
Fuente:
Ana Laura Calducci calduccia@lmneuquen.com.ar, "No existe una sola manera de ser mapuche", 10/12/17, La Mañana de Neuquén.
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